Kanzius conocía muy bien esta clase de radiación, ya que además de su trabajo como ingeniero poseía una estación de radio. Todo comenzó cuando, en uno de sus experimentos, vio que el agua salada “lanzaba llamas al estar sometida a ciertas frecuencias”. Experimentos posteriores demostraron que las llamas pueden alcanzar temperaturas de hasta 3.000º centígrados, lo que las hace adecuadas para construir turbinas eléctricas especiales, que podría terminar definitivamente con la dependencia que tenemos con los -contaminantes y escasos- combustibles fósiles.
Antes de morir el pasado mes de Febrero por una neumonía, el ingeniero retirado trabajaba junto a un equipo de colegas buscando la forma de optimizar su invento. Kanzius aseguró que esta tecnología podría reemplazar la propulsión de todos los automóviles y que vendería su descubrimiento a las empresas de energía, destinando el dinero obtenido a la investigación de la cura del cáncer.
Es posible que John Kanzius efectivamente haya encontrado la forma de hacer arder el agua de mar. Quizás sea el hidrógeno, o tal vez el sodio. Sin embargo, hay una diferencia importante entre “el agua de mar puede quemarse” y “podemos usar agua de mar como combustible”. No tenemos los datos para corroborarlo, pero es seguro que la energía aplicada por la máquina que genera la radiofrecuencia sea mucho mayor a la que puede obtenerse de la llama que sale de la probeta. De hecho, si no fuese así se estarían violando una gran cantidad de principios físicos y tendríamos, ni más ni menos, una máquina de movimiento perpetuo. Así y todo, no deja de ser un experimento interesante.
Fuente: NeoTeo
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