"La práctica médica no entraña solamente tejer, entretejer y tener activas las manos, sino que debe inspirarse en el alma, estar plena de conocimiento y tener como componente preciado la observación aguda y minuciosa; todo ello, junto con los conocimientos científicos exactos, son los requisitos para que la práctica médica sea eficiente."
Moisés ben Maimón (1135-1204)

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jueves, 2 de julio de 2009

Obispo dice que caso Galileo enseña a Iglesia prudencia sobre células madre


El prefecto del Archivo Secreto Vaticano, el obispo Sergio Pagano, dijo hoy que la Iglesia corre el riesgo de comportarse en temas como el de las células madre, la genética y los descubrimientos científicos con "los mismos prejuicios" que tuvo hacia Galileo, y ha pedido "prudencia".
"EL caso Galileo enseña a la ciencia a no presumir de maestra ante la Iglesia en materia de fe y Sagrada Escritura y enseña a la Iglesia a acercarse a los problemas científicos, entre ellos los relacionados con las investigaciones sobre células madre y genética con mucha humildad y prudencia", afirmó Pagano.

El prelado insistió en que el proceso a Galileo "nos debe enseñar a todos a no cometer los mismos errores".

Pagano recordó que el origen del juicio contra Galileo Galilei (Pisa 1564-Florencia 1647) está en los malentendidos.

Según el prelado, con su "Diálogo sobre los principales sistemas del mundo" Galileo "parecía que quería enseñar a los teólogos a interpretar la Biblia y al Papa cómo tener que ser un Papa".

"Galileo no conocía a la Curia, igual que ahora los científicos modernos no la conocen. En Roma (el Vaticano) las cosas llevan su tiempo", subrayó Pagano.

El prefecto del Archivo Secreto Vaticano hizo hoy estas manifestaciones durante la presentación en el Vaticano de la nueva edición del libro que recoge las Actas del proceso de Galileo, "Los Documentos vaticanos del juicio a Galileo Galilei 1611-1741", del que es autor.

Esta edición, que mejora la de 1984 escrita también por él, incluye 20 documentos nuevos sobre el juicio contra Galileo encontrados en los últimos años en los Archivos Vaticanos en los que aparecen identificados con nombre y apellidos las personas que se vieron implicadas y participaron en el proceso.

Toda la documentación está basada en las actas originales del juicio y Pagano ha mantenido las mayúsculas y minúsculas de los textos, ya que, precisó, no es lo mismo cielo, tierra, sol y cosmos escritos de una manera u otra en este caso tan especial.

Pagano subrayó que el juicio a Galileo es una "página dolorosa para la Iglesia y para el científico", que murió "como un buen católico y un gran creyente, pero penitente", ya que el papa Urbano VIII, que en un principio le apoyó pero luego le retiró la confianza, "nunca le quitó la penitencia impuesta".

Sobre la posición de Urbano VIII, Pagano dijo recientemente que "no se puede negar su firme decisión" de querer el juicio y la condena" del astrónomo "entregando las cartas y los estudios de Galileo a la criba de estudiosos recelosos y no siempre a la altura".

Según el prelado, el "comportamiento" de los teólogos de la época "pudo haber sido más comprensivo y elástico" y Galileo también cometió algunos errores.

"En una cultura dominada por la visión de Ptolomeo, la irrupción del sistema copernicano, que venía a contradecir sistemáticamente las Escrituras, entonces leídas sin interpretaciones, exigía de parte de Galileo un comportamiento menos apodíctico (irrefutable)", afirmó el obispo en esa ocasión.

Galileo Galilei fue condenado por la Inquisición por haberse adherido a la teoría de Copérnico, que sostenía que era el Sol, y no la Tierra, el centro del Universo en contra de lo que se pensaba en su época.

El juicio, desarrollado a partir de las denuncias del dominico Tommaso Caccini, en 1616, concluyó el 22 de junio de 1633, cuando fue obligado a abjurar de sus conocimientos.

El 31 de octubre de 1992, a los 350 años de su muerte, Juan Pablo II lo rehabilitó solemnemente y criticó los errores de los teólogos de la época que dieron pié a la condena, sin descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció.

En un discurso de 13 páginas, leído en la Sala Regia del Palacio Apostólico, el Papa Wojtyla le calificó de "físico genial" y "creyente sincero", "que se mostró más perspicaz en la interpretación de la Escritura que sus adversarios teólogos".

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