"La práctica médica no entraña solamente tejer, entretejer y tener activas las manos, sino que debe inspirarse en el alma, estar plena de conocimiento y tener como componente preciado la observación aguda y minuciosa; todo ello, junto con los conocimientos científicos exactos, son los requisitos para que la práctica médica sea eficiente."
Moisés ben Maimón (1135-1204)

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martes, 12 de octubre de 2010

Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2010

Después de 15 años de investigación del fisiólogo británico Robert Edwards, con ayuda del ginecólogo Patrick Steptoe —fallecido—, el afán de ayudar a las personas infértiles tuvo sus frutos con el nacimiento de la primera niña probeta, Louise Brown, el 25 de julio de 1978. Ahora, el Premio Nobel de Medicina que le otorgaron el lunes último corona el esfuerzo de este científico.

POR MIGUEL GONZÁLEZ

Luego de Brown se calcula que cuatro millones de niños han venido al mundo gracias a la técnica de reproducción asistida de Edwards, que ha tenido la oposición de algunos científicos, políticos y, sobre todo, de la Iglesia Católica, que califica el sistema de reproducción humana en in vitro —en tubo de vidrio— como un acto inmoral.

Sin embargo, Edwards ha argumentado que “lo más importante en la vida es tener un hijo”. “Nada es más especial que un hijo”, dice el fisiólogo, que consagró su vida a buscar una “esperanza” para las parejas infértiles. Edwards prácticamente es visto como “padre” de cuatro millones de bebés probeta —tubo de laboratorio—, que han llevado felicidad a parejas que no pueden concebir hijos.

El Comité Nobel de Medicina, en Estocolmo, Suecia, argumenta que premió a Edwards porque posibilitó una transformación radical en el tratamiento de la infertilidad, que afecta a más del 10 por ciento de las parejas del mundo.

Edwards comenzó a interesarse por la fertilización en la década de 1950, cuando estudiaba biología en la Universidad de Gales y luego en la de Edimburgo, donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el desarrollo de los embriones en ratones.

Realizó descubrimientos significativos: reveló cómo maduran los óvulos humanos, qué hormonas regulan ese proceso, en qué fase son susceptibles de ser fertilizados por el esperma, y las condiciones en que este tiene la capacidad de fertilizar.

Sus esfuerzos le permitieron fecundar por primera vez un óvulo humano en una probeta en 1969, aunque esos óvulos no se desarrollaron más allá de una división celular simple.

El logro de Edwards, con la ayuda de Steptoe, consistió en haber sido capaz de extraer el óvulo del cuerpo de una mujer, averiguar cuándo está preparado para ser fertilizado, activar los espermatozoides para que fecunden ese óvulo en una probeta y volver a insertarlo en el útero de una mujer, donde se desarrollará de manera normal.

Como resultado del éxito en cada uno de estos procesos vio la luz la británica Louise Brown, la primera niña probeta que nació en 1978.

“Nunca olvidaré el día que miré dentro del microscopio y vi algo extraño en los cultivos”, dijo Edwards en el 2008. “Lo que vi fue un blastocisto humano —estructura embrionaria— mirándome fijamente. Pensé: lo conseguimos”, agregó.

Debate en contra y a favor

La reproducción artificial desató polémica en la década de 1970 cuando sectores de la sociedad, Iglesia Católica y parte la comunidad científica que se oponían al argumentar aspectos éticos, pero también surgieron férreos defensores.

“Otorgar el Premio Nobel de Medicina a Edwards ha sido una decisión populista”, que no ha tenido en cuenta el impacto ético del asunto, declaró Luciano Romano, presidente de la Asociación para la Ciencia y la Vida, una importante estructura católica con sede en Roma.

“Sin Edwards no existirían congeladores en todo el mundo llenos de embriones que en el mejor de los casos van a ser trasladados a úteros, pero lo más probable es que sean abandonados u olvidados”, señaló El Vaticano.

El Vaticano considera “moralmente ilícita” la fecundación en probeta y la eliminación voluntaria de embriones que esto implica.

En tanto, Bill Harris, director de fisiología, desarrollo y neurociencia de la universidad de Cambridge, expresó que miles de seres humanos sanos y felices deben su existencia al gran descubrimiento logrado por Edwards.

El Comité Nobel de Medicina insiste en que “la fecundación in vitro es una terapia que se usa cuando el esperma y el óvulo no pueden encontrarse en el interior del cuerpo”. Muchos de los niños probetas ya han tenido a su vez hijos sanos y es, por tanto, un método seguro, añadió.

Tomado de

http://www.prensalibre.com/internacionales/Padre_0_350964928.html

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