Mientras el feto humano se desarrolla en el vientre materno, sus testículos se ubican dentro de su abdomen.
Justo después de nacer, el par de órganos de forma ovoidea bajarán al escroto. De no suceder así, a esta condición se le conoce como enfermedad de criptorquídea o falta de descenso del testículo en el momento del nacimiento, cuando esto no pasa el testículo tiene 40 veces más riesgo de desarrollar cáncer en las edades juveniles, incluso después de que ese testículo ya fue operado y colocado en su lugar.
Lo ideal es que este problema sea detectado por el pediatra y que los testículos desciendan antes de los 24 meses de vida para evitar daño en su función de producir espermatozoides y prevenir el desarrollo de cáncer en alguno o en ambos órganos.
En México no se cuenta con una estadística fidedigna sobre el cáncer de testículo, se estima que cada año se diagnostican alrededor de 5,000 casos.
El tiempo promedio de atención entre que el paciente inicia con la neoplasia hasta que llega con un médico especialista, en nuestro país puede ir de uno a dos años.
Entre 90-95% de los pacientes con esta enfermedad manifestaran tumores que se originan en las células germinales.
Las manifestaciones principales son el crecimiento indoloro del testículo, el niño, adolescente o joven empiezan a sentir una bolita o una induración, un crecimiento anormal del testículo en comparación contra el colateral, ése es el momento para que se acuda al especialista.
El tratamiento de esta neoplasia es altamente curable, la orquiectomía radical es la terapia inicial, la cual puede ir acompañada de quimioterapia y radioterapia en caso de estas indicado.
En la actualidad, también se cuenta con prótesis de silicón que le permiten al paciente contar con una imagen normal de sus testículos y conservar su imagen viril.
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